Las noticias que han salido estos días en los medios de comunicación escritos y radiofónicos, hacen pensar a este que escribe, que aquel que durante muchos años dijo erigirse en defensor del urbanismo en Oleiros, Don Ángel García Seoane, ha claudicado definitivamente en dicha tarea, que si bien nunca fue realizada tal y como él decía, si es cierto que, al menos formalmente, respetaba una serie de reglas mínimas.
Esas reglas ahora han cambiado. Las coincidencias en temas de urbanismo no existen, y cuando las noticias salen una tras otra, como en las últimas dos semanas, resulta muy sencillo sacar conclusiones. El Alcalde, primero nos dijo que el campo de golf iba viento en popa; a continuación, nos anunció un hotel de cinco estrellas en Santa Cruz (que ya se ha comentado en este blog), y esta misma semana nos anunciaba que se iba a cumplir el plazo de dos meses para el otorgamiento de licencias, haciendo responsable del incumplimiento de la normativa a los arquitectos y a su colegio profesional.
Es comprensible que, ante la crisis existente, y sobre todo en un ayuntamiento que depende económicamente del urbanismo, se busquen soluciones rápidas para obtener ingresos, pero no a cualquier precio. Oleiros tiene fama de ser uno de los ayuntamientos donde es más difícil conseguir una licencia de obra mayor: la media está en un año y medio. Como bien explicaba el Alcalde estos días, de 66 licencias solicitadas este año, sólo se han otorgado seis hasta el momento. Lo que conlleva que el ayuntamiento deja de ingresar ingentes cantidades de dinero provenientes de las tasas municipales relacionados con el urbanismo. ¿Cuál es la solución que se ha buscado a este problema? Permitir que todo lo que se solicite, que formalmente cumpla la normativa vigente, justificada simplemente con el visado del Colegio de Arquitectos, se pueda llevar a cabo, bajo la responsabilidad del arquitecto.
Las consecuencias pueden ser nefastas para el Ayuntamiento. Cierto que, a corto plazo, los ingresos se incrementarán, ya que al concederse todas las licencias en breve plazo, será más fácil para el Ayuntamiento obtener recursos del urbanismo. Pero también es cierto que, esta actitud, perjudicará seriamente a mucha gente: tanto a los promotores, como a los futuros compradores de los inmuebles. Veamos por qué.
Existe una norma no escrita en los ayuntamientos de este país: si nadie denuncia, el Ayuntamiento no actúa de oficio. Es decir, ante un incumplimiento en una normativa urbanística, hasta ahora, el Ayuntamiento no imponía una sanción sino existía una denuncia previa por parte de alguien (normalmente un vecino que se vea perjudicado). No parece que esta forma de actuar vaya a modificarse. Por lo tanto, la concesión de la licencia, y el control que por parte de los técnicos municipales se hacía de los proyectos, era crucial para garantizar que los futuros inmuebles, cumplían con toda la normativa vigente.
El Ayuntamiento de Oleiros, renuncia ahora, según se desprende de las declaraciones del Alcalde, a ese control por parte de los técnicos municipales: mayor agilidad para obtener mayores ingresos. Menor control que conllevará más incumplimientos. Porque sólo pueden ocurrir dos cosas en esta situación:
1. Que los arquitectos se nieguen a firmar proyectos para el Ayuntamiento de Oleiros, ante la posibilidad de que un incumplimiento futuro, pueda conllevar graves sanciones para ellos. Es poco probable, pues hay que recordar que, urbanísticamente, a efectos del Ayuntamiento, el responsable es siempre el promotor, o quien solicita la licencia, (lo que el arquitecto no suele hacer, él se limita a firmar el proyecto). Pero está claro que, un promotor, sí puede a la hora de contratar los servicios de un arquitecto, solicitar una cláusula que le permita repercutir cualquier responsabilidad futura en el profesional. Consecuencia: el número de solicitudes de licencia, se verá reducido drásticamente, o utilizando nuestro sabio refranero popular, "pan para hoy y hambre para mañana".
2. Lo segundo que podría ocurrir, es lo realmente más preocupante. Sabedores de que los controles se han relajado, de que el Ayuntamiento no va a estudiar los proyectos, y que sin una denuncia no se van a incoar procedimientos sancionadores por parte del Ayuntamiento, los promotores pueden verse tentados a presentar proyectos que formalmente cumplan unos requisitos mínimos, para obtener el visado del Colegio de Arquitectos, pero que tengan graves incumplimientos en la normativa sectorial. Es evidente que, en un tema tan complejo como el urbanismo, el ciudadano medio no está en condiciones de presentar denuncias sobre el cumplimiento de la normativa contraincendios, o del cálculo de edificabilidad, o los m2 mínimos de las habitaciones, por citar algunos ejemplos. Es decir, habría "barra libre" para hacer en Oleiros lo que se quisiera.
Esta segunda opción, resulta más preocupante cuando vemos que este cambio de actitud desde la Alcaldia, se produce en la tramitación del proyecto más importante del Ayuntamiento en los últimos 20 años. El campo de golf. Y además, vinculado a él, según manifiesta el propio Alcalde, el hotel de cinco estrellas de Santa Cruz. En mi anterior entrada al blog, ya comenté las multiples dificultades que se puede encontrar este proyecto, debido a las restricciones de Costas y de la configuración de la parcela. Pero, ¿si no va a haber control por parte municipal del proyecto, cómo verificar que éste cumple realmente con toda la normativa municipal? ¿Acaso un vecino, que no sea un arquitecto o un abogado especializado en la materia, podría saber si se está cumpliendo o no la normativa en ese proyecto? Claramente no.
En poco más de dos años, en Oleiros se ha pasado de una situación en la que el Colegio de Arquitectos solicitó la anulación de la Ordenanza municipal, por considerar que exigía más requisitos de los que la legislación vigente le permitía, a que el Alcalde anuncie una total inhibición en el control previo al otorgamiento de licencias. Esta es una noticia triste, que sólo puede repercutir en una peor calidad de vida para los vecinos de Oleiros y, posiblemente, en la posibilidad de oro para los especuladores inmobiliarios, cuya única consecuencia puede ser la destrucción de nuestros parajes naturales. Lamentablemente tenemos cerca referencias muy conocidas, como Miño. ¿Será Oleiros el paraíso de la especulación inmobiliaria en los próximos años? ¿Quedarán los vecinos y futuros compradores a merced de los caprichos de los promotores sin escrúpulos? Esperemos que no.
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